Crecí entre las calles polvorientas de una geografía
sur que jugaba a sobrevivir. Las políticas opresivas contra Cuba, las crisis
mundiales, década del 90´…todo se veía con perspectiva diferente en los
amaneceres de un pueblito escaso.
De pronto su gente empezó a sembrar e innovar, a
estudiar en una universidad, duró más de seis horas la electricidad…cumplió,
sobrecumplió y cerró el central azucarero… en torno le crecieron casas, calles,
trabajos, escuelas y esperanzas…
Nadie entiende el misterio que me lleva a amar con
delirio este pedacito de tierra discreta… el olor del pan recién horneado en la
mañana, los niños que marchan sonrientes hacia sus escuelas, el buenos días en
la calle, el sorbo de café junto al vecino… la sencillez de caminar por los
barrios con la brisa en el rostro, con la certeza de encontrar en cada esquina
a alguien conocido…
Sencillamente, defiendo y soy de esta tierra de
titanes escondidos tras el ajetreo cotidiano…de mujeres cubanísimas, Marianas
de este tiempo…
Porque en la gente de un
pueblo descansa su memoria… porque de las pequeñas cosas nacen los más grandes
sueños.