De “dinámico” y “masivo” se podría catalogar el movimiento que por estos
días protagonizamos los cubanos desde los barrios y comunidades. La propuesta
de una mirada crítica y transparente al desarrollo local, fortalece el proceso
de rendición de cuentas del XVI período de mandato de las Asambleas Municipales
del Poder Popular (AMPP), que se estará desarrollando en todo el
país hasta el 30 de diciembre.
Desde una calle común
o un parque, entre vecinos y con reafirmada sinceridad, el representante del
pueblo en la base (delegado) rinde un informe del trabajo desarrollado en el
municipio en los últimos meses y actualiza a la población acerca de los
procesos sociales que se llevan a cabo en la demarcación.
Una invitación
atractiva que nos une en confianza, con la intención de marcar un punto de
partida al diálogo abierto, a la búsqueda de soluciones a las problemáticas del
territorio… para lograr una convivencia armoniosa y superior calidad de vida.
Se define como un ejercicio democrático, donde el diálogo
permite perfeccionar el funcionamiento de los órganos de gobierno.
Desde su sector de
residencia o barrio, cada elector tiene la posibilidad de defender su criterio
y participar de los mecanismos de retroalimentación con los Órganos Locales. La opción altruista
de plantear las preocupaciones individuales y colectivas de la zona, así como
obtener de primera mano la respuesta e información de la administración del
estado, es una fortaleza que defiende este sistema de trabajo.
De ahí que la
participación de los directivos de los organismos estatales en el debate garantice
el acercamiento a la población, la posibilidad de brindar una reseña oficial y
oportuna acerca del avance en la solución de los problemas planteados con
anterioridad.
Este proceso, además, le
permite al gobierno cubano lograr mayor eficacia en la preparación de los dirigentes
de las entidades sociales, renovar los métodos en el estilo de trabajo y
desarrollar una estrategia de comunicación efectiva con las masas.
Tras las elecciones
parciales del pasado abril -donde el pueblo votó libremente por sus delegados- transcurrió
un periodo de formación y preparación territorial para la actualización de los
diagnósticos de las comunidades, la entrega de los cargos de los delegados, el
presidente y vicepresidente salientes de la AMPP a los entrantes, y la
organización de los consejos populares.
Indudablemente, el valor
del sistema electoral cubano radica
en la figura del delegado -trabajador en activo cuyo mandato es voluntario- que
desempeña la función de gestor de su zona y posee la voz mediadora entre la
comunidad y la asamblea del Poder Popular, máximo órgano gubernamental a este
nivel.
Para su preparación
individual, estos factores comunitarios dedican tiempo a acciones de superación
que incluyen temas
de la actualidad nacional y regional, el estudio de la documentación oficial
sobre sus derechos y deberes, así como el
conocimiento de la Ley 91 de los consejos populares y la Constitución
de la República de Cuba, rectores del sistema electoral cubano. Entre sus valores se encuentra la
exigencia y la presteza a la hora de encauzar las solicitudes de sus electores.
La rendición de
cuentas supera el mero acto de debatir problemas comunes y criticar lo mal
hecho para que se transforme. No falta el ambiente cordial, la solución ágil y
la orientación social sobre las medidas más urgentes para la protección
familiar de la higiene o la salud. Un espacio para intercambiar consejos sanos,
celebrar los logros populares y reconocer positivamente a quienes se han
destacado en labores honrosas dentro del barrio.
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