Ha pasado algún tiempo desde que el
huracán Ike asolara sus calles, sus casas…la quietud sagrada de su cementerio
apostado a la orilla del mar. Dicen que después Guayabal no fue el mismo. Y
cuanta razón hay en esa leyenda que a hurtadillas se cuela en la historia de la
comunidad.
A la costa humilde llegaron nuevas
arenas...y quién la sabe de memoria, la repasa con la mirada adivinando a dónde
habrán ido a parar las casitas de madera roídas, los balaústres más antiguos,
los jardines que el mar se llevó.
La zona de pescadores humildes
si cambió. Con el empeño de quienes saben restaurar sobre el árbol caído, es
una comunidad que se levanta, que se limpia y rejuvenece. La temporada veraniega
así lo confirma. El ir y venir de personas de toda la provincia y foráneos
asiduos, son la prueba testimonial de que hoy Guayabal se levanta.
Hoy la costa sur está adornada con
sombrillas de guano para acompañar al visitante, la sombra de los arboles a la
vera del mar otra vez cobija y en los lindes del poblado el Campismo Popular,
acreditado con la bandera de Colectivo Vanguardia Nacional, se sostiene como opción
recreativa local con novedosas propuestas.
Y es quizás esta una de las áreas
que más se empeña en renacer. Cuando la
Ley de Costas llegó a este segmento de la geografía tunera,
encontró en la instalación más de una construcción afectando la calidad del
medio ambiente.
El pasado año fueron demolidos y
reestructurados -con la ayuda del colectivo y ante la premura del verano- cinco
cabañas, el almacén, la cafetería, el restaurante, centro de elaboración,
departamento de economía y el área administrativa.
En su lugar la arena y la reforestación
cubrieron el daño que el hombre causó. Con buen pie, como dice el cubano
tradicional, en este periodo fue aprobada la inversión solicitada por la
provincia al Ministerio del Turismo, con un monto ascendente a los 150 mil
pesos.
Con mayor confort se restituyó un
restaurante, la carpeta y dos cabañas climatizadas; un punto para la venta en
divisa y la novedosa incorporación de dos baños públicos correctamente aseados
para el servicio a la población. La fumigación reiterada, la limpieza del área,
el servicio acompañado del buen trato, la pintura y confort, hacen de esta una
oferta mejorada.
Hubo una coherencia imprescindible en los
mecanismos territoriales para lograr apoyar la Ley de Costas, preservar el medio ambiente marino
y a la vez, mantener el campismo como oferta recreativa necesaria para la
población tunera.
La recuperación que se apodera del Guayabal
tanto en sus márgenes como en su planificación institucional, merece el respeto
de todos los que absorbidos por los encantos de la brisa marina llegamos a sus predios.
El cuidado de lo logrado es hoy prioridad, como muestra incondicional de
homenaje a la comunidad que avanza al progreso.
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