Rentabilidad y
competencia demostró la camaronera Santa Rosalía, en Colombia -una de las cinco
existentes en el país con fines de ceba- al establecer en 2016 un récord
productivo de 471 toneladas del crustáceo y lograr exportar el 78 por ciento de
esa producción
Allí, donde la
desembocadura de los ríos Tana y Sevilla hacen el agua menos salobre y los
suelos son estériles a la agricultura, quiso la naturaleza que estuvieran las
condiciones creadas para el desarrollo del camarón blanco. Solo características
geográficas muy específicas permiten que sea posible este costoso cultivo.
El 19 de
diciembre de 1986, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz inauguró los primeros
centros de producción de camarón en Manzanillo, Granma y en Rio Cauto. “En aquel
momento, comenta Reymundo Mendoza Milanés, director de la UEB SanRos, Fidel
predecía que el país podía lograr alrededor de dos mil toneladas de camarón y este
año que concluyó logramos más de cinco mil”.
Sentido de
pertenencia refleja un colectivo que muestra sorprendentes resultados de
producción y un sistema de trabajo cohesionado. Avalan esto los cambios
tecnológicos en el manejo del cultivo a partir de la constante capacitación del
personal técnico, acciones constructivas y de ornato para la atención al hombre
y el aumento del salario medio en unos 700 pesos.
“El hecho de
exportar el 78 por ciento de lo producido, da muestras de la calidad del
trabajo. Nos apoyamos en un sistema integrado de gestión de la calidad para
manejar las instalaciones. Se redujeron los índices de consumo en los potadores
energéticos y fue escasa la incidencia de hechos delictivos”, argumentó.
SEMBRAR EN EL
AGUA
La rutina de un
camaronicultor comienza antes del alba, con el traslado de varios kilómetros en
el transporte obrero desde el municipio de Amancio y comunidades colombianas, hasta
el extremo costero de 236 hectáreas donde se encuentran dispuestas dos granjas
con sus 29 estanques.
Así lo narra
Osvaldo Jorge Cedeño, trabajador reconocido por superar en 2016 su plan de
cosecha a más de 18 toneladas, antiguo productor de caña que hace ocho años decidió
incursionar en los cultivos del agua. “Empiezo desde temprano con el cálculo de
los parámetros, reviso los comederos para ser más eficaz a la hora de echar el
pienso. En tiempo de frío alimentamos tres veces al día y en intermedio se
espantan las aves, se chapea el área y se cuida el estanque.
Con 14 años en
esa labor, Agustín Pagán, actual Jefe de granja, comenta: “Esta empresa nos dio
la posibilidad de superarnos, somos un colectivo unido y comprometido, el
trabajo es sacrificado y sin horario, pero cuando usted llega a la casa tarde
en la noche con comida que le vendieron en el trabajo, con buenos resultados y un
buen salario, ¡oiga!, al otro día es su misma familia la que le dice que tiene
que volver y cumplir”.
Lázaro Jiménez
López, tiene 17 años de trabajo en esta área, comenzó como CVP, se superó en el
manejo del cultivo y hoy es técnico de su módulo: “Una acción que nos benefició
fue la construcción de las casas de sombra, acondicionadas con mobiliario para
permanecer el día, reunirnos y redactar los expedientes. Ganamos experiencia,
se mantuvo una secuencia de las patologías, se aplicaron herramientas más
frecuentes como la atarraya para los análisis digestivos y el estudio de
comederos. Este año mi plan se incrementa en siete toneladas, ¡y estoy seguro
que lo vamos a cumplir!”
El HOSPITAL
La semilla o
postlarba del camarón se recibe de los centros de Yaguanabo en Cienfuegos y de
Manzanillo. Pasan por un período de aclimatación al nuevo medio en los
estanques de precría intensiva durante diez días. Cuando están listos para el
traslado, pasan a los estanques de engorde, donde permanecerán un periodo
cercano a los 120 días.
La llamada
“cosecha” se hace en la noche para evitar el castigo del sol y en la madrugada
se traslada el producto a la industria que ya tiene señalados los destinos. El
incremento del mercado interno ahora se hace evidente con fines turísticos.
En la precría
se deben producir hasta seis toneladas de camarón por cada millón de postlarva
llegada de los centros de desove. En todo este proceso juega un papel
fundamental el laboratorio de campo.
Es en el laboratorio donde se
vela celosamente por el cuidado del hábitat y la salud de los animales, entre
los trabajadores se le conoce como “el hospital”, un área imprescindible para
mantener el control del proceso.
Nancy Batista
Benítez, es fundadora de la instalación y técnica de laboratorio: “Realizo
análisis del desarrollo biológico, del agua y sus alimentos vivos, los
parámetros químicos de los nutrientes presentes en el hábitat, conteo de algas,
muestras de suelo y determinamos su acondicionamiento con aplicación de cal,
lavado del suelo del tanque…todos estos parámetros deben estar en un rango óptimo
para el cultivo. Semanalmente se revisan las muestras, a veces antes, así somos
capaces de prevenir pérdidas e incrementar rendimientos”.
CULTIVANDO EL
FUTURO
El 2017 inició
con una ambiciosa planificación de 480 toneladas. “Ya tenemos la captura del
primer cuatrimestre asegurada y ´sembrada´, el camarón está desarrollándose en
un ambiente muy favorable y la sobrevivencia nos debe asegurar el plan. En
estos momentos estamos preparando los estanques para iniciar la siembra del
segundo ciclo productivo sobre el 15 de febrero”, explica el director de la UEB.
Junto al desafío
de implantar otro récord, este año se impone dar mantenimiento integral a las
áreas de cultivo, recuperar diez hectáreas que se encuentran fuera de servicio y
podrán aportar alrededor de 20 toneladas de camarón a la meta. Se debe
incrementar unas cien toneladas de agua en la precría intensiva para ganar
espacio y un ambiente más saludable.
Además,
pretenden certificar su sistema integrado de gestión de la calidad y proponerse
colectivo Vanguardia Nacional. Un recurso humano preparado, estable y motivado
es suficiente para vencer el reto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario