Las cifras en la provincia
demuestran la escasa incorporación masculina en estos grupos. Un espacio creado
para tratar las más diversas dolencias físicas –y espirituales- con el deporte,
un poco de cultura general y la supervisión del sistema de salud.
Los círculos de abuelos, como
también se les llama, representan una comunidad de personas abiertas al rescate
físico y mental, para nada una asociación decadente y prejuiciada, como los
estigmas pretenden calificar.
Con el nombre de Cándido González
Horta, mártir del municipio, en Colombia crece en integrantes y fama un círculo
que pretende romper el récord de lozanía y calidad de vida. Años atrás cuando
se interrumpió su funcionamiento a falta
de profesores, cuenta María Nápoles, de 82 años: “nos reuníamos dos o tres
todavía en el parque y nos sentábamos a esperar. ¡Hicimos el reclamo al
municipio hasta que el Inder nos puso otra profesora ¡y aquí estamos! Me
encanta participar, hay gente que dice: ¡Yo, que va! No saben lo que se
pierden”.
Mileidys Hernández Madruga, máster
en actividad física comunitaria, jefa de cátedra del Combinado Deportivo número
2, explica: “Este círculo se fundó en 1992. Ante el reclamo de los abuelos se
comenzó un trabajo de consejería en la comunidad con la enfermera y el grupo de
trabajo comunitario y logramos incorporar a los abuelos. Hasta le fecha tenemos
21 activos, pero existe una propuesta de 30 integrantes”.
Acerca del trabajo de consejería
comenta: “Consiste en dar charlas donde se acumule un gran número de personas,
no solo el adulto mayor, para inculcarles la importancia de la actividad física
para la salud. Se incluyen las enfermedades crónicas no transmisibles que son
la obesidad, la hipertensión, el asma, la diabetes”.
“En el caso del adulto mayor,
especifica, mejora su calidad de vida, la circulación, el sistema
cardiorrespiratorio, en la preparación de los músculos y las articulaciones. En
el círculo hacemos diagnósticos cada tres meses, se clasifican por niveles de
dificultad en la capacidad física afectada y en base a eso planificamos las
clases. La intención es que todos alcancen el primer nivel de calidad de vida,
acode a su edad”.
Eddenny Echevarría Cruz es enfermera
del consultorio Santa Lucía 2 desde el 2009: “Mi trabajo además de tomarles la
presión en cada sesión del círculo o visitarlos a sus hogares cuando enferman,
es darle labor educativa para evitar las enfermedades propias del adulto mayor.
Traigo escritos importantes sobre los cambios que se experimentan, porque hay
muchos que se ponen nerviosos cuando debutan con una enfermedad y compartimos
juntos las experiencias”.
Y cuentan también que no hay un
cumpleaños o fecha significativa que les pase por alto. Cada mes, de sus
limitadas chequeras son capaces de guardar y conformar una actividad que les
alimente espiritualmente. Además, ya es una tradición conformar entre todos una
jaba con alimentos y rifarla siempre a alguien distinto. En los festivales
deportivos, eventos municipales, desfiles, dan el paso al frente.
“Muchos se sienten mal al iniciar
pero pronto encuentran la comodidad. Si las personas supieran los beneficios
del ejercicio, sobre todo en el adulto mayor, no se opondrían a participar”,
asegura Eddenny.
No existe una edad específica para
pertenecer a un círculo del adulto mayor. “tenemos personas de poco más de
cincuenta años y una integrante de 42 que evidencia un cambio extraordinario en
su salud”, confirma la profesora del Inder. Niurkis Chirino, recuerda el cuadro clínico complicado que su asma crónica
le obligaba a presentar. “En el consultorio me recomendaron integrarme al
círculo con los abuelos y he cambiado, hace mucho tiempo no me da asma y antes
tenía que estar diario en el hospital”.
No es cuestión de obras milagrosas.
Los estudios científicos confirman la transformación orgánica de una adecuada y
constante ejercitación. Carlos Zamora almacena en su memoria personal 75 años
de vida, antes trabajador de la empresa azucarera, ahora fiel integrante del
Círculo de abuelos Cándido González. Confiesa: “Vivo cerca de aquí. Antes
pasaba y veía a la gente haciendo ejercicios y decía: ¡que va! Pero, un día me
incorporé y conmigo he traído a uno o dos y pienso unir a un hermano que
todavía se resiste”.
La salud no es a prueba de fuerzas,
machismo o intolerancia. Ejercitar el cuerpo es darle cultura, vitalidad,
oxigeno también para el alma. A quienes no se han decidido, a los abuelos o no,
a los que todavía sienten la juventud en las venas pero necesitan reanimarla,
¡es hora de sumarse!
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