miércoles, 3 de febrero de 2016

Artesanías



Con manos ágiles tejen sin parar, sin siquiera reparar en el tiempo que se les viene encima. Son artesanas y toda su concentración se vuelca en la obra que van hilando sus dedos, que se mezclan con las fibras vegetales trenzadas, en un compás imaginario...
Aselia Peña Díaz, ni siquiera recuerda cuando fe la primera vez que trenzó una pieza de artesanía, era muy pequeña entonces, pero ya sabía que ese oficio marcaría el paso de sus días. “Soy artesana del municipio, trabajé en Industrias Locales y cuando me jubilé me incorporé a varios proyectos para hacer figuras artesanales que luego son vendidas en varios puntos del país”.
Martha Peña es otra dedicada mujer creadora, artista agraciada en e manejo de estos hilachos de vegetación. Cuentan que la mayor parte de las fibras finas que utilizan para tejer provienen de la planta Anacahuita.
“Se pican en trocitos, se ponen a hervir y cogen diferentes tonalidades. El color rojizo de algunas fibras está dado por el árbol de María Andrea del que provienen, comenta, si se quiere pintar de negro se da un doble baño con cáscaras de ese mismo árbol”.
Un grupo amplio de artesanos emplean largas jornadas en la comunidad de Borbollón, en el municipio de Colombia, a construir cuidadosamente artículos varios como sombreros, escobas, jabas, abanicos, y adornos. También se trabaja el guaniquiqui para la elaboración de muebles y mesas. Un orgullo de este pueblo sureño es el desarrollo de la artesanía, la labor de sus mujeres en superior grado y la calidad de los productos que ofertan a un mercado y a un gusto estético alternativo.

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