lunes, 30 de enero de 2017

Cultivos del agua



Rentabilidad y competencia demostró la camaronera Santa Rosalía, en Colombia -una de las cinco existentes en el país con fines de ceba- al establecer en 2016 un récord productivo de 471 toneladas del crustáceo y lograr exportar el 78 por ciento de esa producción

De cara al Golfo de Guacanayabo -en terrenos de la antigua finca La Federal, donde sucediera el primer combate del Che en el llano- fue fundada hace 26 años una instalación “probeta” para el cultivo del camarón.
Allí, donde la desembocadura de los ríos Tana y Sevilla hacen el agua menos salobre y los suelos son estériles a la agricultura, quiso la naturaleza que estuvieran las condiciones creadas para el desarrollo del camarón blanco. Solo características geográficas muy específicas permiten que sea posible este costoso cultivo.
El 19 de diciembre de 1986, el Comandante en Jefe Fidel Castro Ruz inauguró los primeros centros de producción de camarón en Manzanillo, Granma y en Rio Cauto. “En aquel momento, comenta Reymundo Mendoza Milanés, director de la UEB SanRos, Fidel predecía que el país podía lograr alrededor de dos mil toneladas de camarón y este año que concluyó logramos más de cinco mil”.
Sentido de pertenencia refleja un colectivo que muestra sorprendentes resultados de producción y un sistema de trabajo cohesionado. Avalan esto los cambios tecnológicos en el manejo del cultivo a partir de la constante capacitación del personal técnico, acciones constructivas y de ornato para la atención al hombre y el aumento del salario medio en unos 700 pesos.
“El crecimiento de los indicadores productivos incluye un superior peso promedio en relación al año anterior. Fue rentable la utilización del pienso -exportado por su calidad y garantía de superviviencia- que representa el 60 por ciento del costo de una tonelada de camarón. Por esta razón, los productores cuidan el manejo del alimento y emplean varias herramientas de trabajo”, definió el directivo.
“El hecho de exportar el 78 por ciento de lo producido, da muestras de la calidad del trabajo. Nos apoyamos en un sistema integrado de gestión de la calidad para manejar las instalaciones. Se redujeron los índices de consumo en los potadores energéticos y fue escasa la incidencia de hechos delictivos”, argumentó.
SEMBRAR EN EL AGUA
La rutina de un camaronicultor comienza antes del alba, con el traslado de varios kilómetros en el transporte obrero desde el municipio de Amancio y comunidades colombianas, hasta el extremo costero de 236 hectáreas donde se encuentran dispuestas dos granjas con sus 29 estanques.
Así lo narra Osvaldo Jorge Cedeño, trabajador reconocido por superar en 2016 su plan de cosecha a más de 18 toneladas, antiguo productor de caña que hace ocho años decidió incursionar en los cultivos del agua. “Empiezo desde temprano con el cálculo de los parámetros, reviso los comederos para ser más eficaz a la hora de echar el pienso. En tiempo de frío alimentamos tres veces al día y en intermedio se espantan las aves, se chapea el área y se cuida el estanque.
Con 14 años en esa labor, Agustín Pagán, actual Jefe de granja, comenta: “Esta empresa nos dio la posibilidad de superarnos, somos un colectivo unido y comprometido, el trabajo es sacrificado y sin horario, pero cuando usted llega a la casa tarde en la noche con comida que le vendieron en el trabajo, con buenos resultados y un buen salario, ¡oiga!, al otro día es su misma familia la que le dice que tiene que volver y cumplir”.
Lázaro Jiménez López, tiene 17 años de trabajo en esta área, comenzó como CVP, se superó en el manejo del cultivo y hoy es técnico de su módulo: “Una acción que nos benefició fue la construcción de las casas de sombra, acondicionadas con mobiliario para permanecer el día, reunirnos y redactar los expedientes. Ganamos experiencia, se mantuvo una secuencia de las patologías, se aplicaron herramientas más frecuentes como la atarraya para los análisis digestivos y el estudio de comederos. Este año mi plan se incrementa en siete toneladas, ¡y estoy seguro que lo vamos a cumplir!”
El HOSPITAL
La semilla o postlarba del camarón se recibe de los centros de Yaguanabo en Cienfuegos y de Manzanillo. Pasan por un período de aclimatación al nuevo medio en los estanques de precría intensiva durante diez días. Cuando están listos para el traslado, pasan a los estanques de engorde, donde permanecerán un periodo cercano a los 120 días.
La llamada “cosecha” se hace en la noche para evitar el castigo del sol y en la madrugada se traslada el producto a la industria que ya tiene señalados los destinos. El incremento del mercado interno ahora se hace evidente con fines turísticos.
“Es un renglón costoso y muy difícil de manejar, debemos lograr un hábitat adecuado, enriquecido con nutrientes, donde florezcan las algas apropiadas, eliminamos las bacterias y plantas indeseables. Un ecosistema agresivo desencadena patologías en su salud e incluso, la muerte. Ahí radica lo complicado, si luego de haber invertido en su desarrollo se mueren por un mal manejo, se va por la borda el resultado” explica el director Reymundo  Mendoza, licenciado en Deportes que jamás incursionó en ese sector para formarse en el cultivo del camarón.
En la precría se deben producir hasta seis toneladas de camarón por cada millón de postlarva llegada de los centros de desove. En todo este proceso juega un papel fundamental el laboratorio de campo.
Es en el laboratorio donde se vela celosamente por el cuidado del hábitat y la salud de los animales, entre los trabajadores se le conoce como “el hospital”, un área imprescindible para mantener el control del proceso.
Nancy Batista Benítez, es fundadora de la instalación y técnica de laboratorio: “Realizo análisis del desarrollo biológico, del agua y sus alimentos vivos, los parámetros químicos de los nutrientes presentes en el hábitat, conteo de algas, muestras de suelo y determinamos su acondicionamiento con aplicación de cal, lavado del suelo del tanque…todos estos parámetros deben estar en un rango óptimo para el cultivo. Semanalmente se revisan las muestras, a veces antes, así somos capaces de prevenir pérdidas e incrementar rendimientos”. 
 
CULTIVANDO EL FUTURO
El 2017 inició con una ambiciosa planificación de 480 toneladas. “Ya tenemos la captura del primer cuatrimestre asegurada y ´sembrada´, el camarón está desarrollándose en un ambiente muy favorable y la sobrevivencia nos debe asegurar el plan. En estos momentos estamos preparando los estanques para iniciar la siembra del segundo ciclo productivo sobre el 15 de febrero”, explica el director de la UEB.
Junto al desafío de implantar otro récord, este año se impone dar mantenimiento integral a las áreas de cultivo, recuperar diez hectáreas que se encuentran fuera de servicio y podrán aportar alrededor de 20 toneladas de camarón a la meta. Se debe incrementar unas cien toneladas de agua en la precría intensiva para ganar espacio y un ambiente más saludable.
Además, pretenden certificar su sistema integrado de gestión de la calidad y proponerse colectivo Vanguardia Nacional. Un recurso humano preparado, estable y motivado es suficiente para vencer el reto.
 

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