Es junio y apenas
se puede respirar la conformidad, la ausencia forzada, la añoranza, ahora más
profunda. En las paredes del recuerdo quedan grabadas las tantas medallas,
aquel esbozo de su rostro sobre orfebrería en Beijing 2008, un retrato
familiar, la imagen de sus eternos alumnos y seguidores, de sus retribuidos
entrenadores. Este 6 de junio el calendario continuó su marcha inmortal, para
decirnos que aún persiste el amor y el respeto, que no se olvida.
Cuando este enero
Jorge Guzmán Socarrás, púgil indiscutible de Cuba y Las Tunas, nos dejó
físicamente a la escasa edad de sus 48 años, la historia del deporte cubano se
estremeció y lloró. Tras una trayectoria exitosa con 316 victorias, más de
veinte medallas y distinciones, su representación en más de 40 países como
profesional y maestro, queda un rezago humanitario, las anécdotas personales,
la añoranza de sus familiares y amigos. Obtenidas desde el recuento necesario, estas
son las coincidentes opiniones que laten en el sentir de su pueblo:
“De hablar pausado
y sereno –recuerda Nancy Rodríguez, atleta destacada del municipio- nunca
alimentó vicios….aunque sabía de su enfermedad hepática y convivió con ella por
varios años, trabajó sin descanso hasta el último momento. No dejó de sorprendernos
su partida, sobre todo cuando hablaba con tanta fe de su recuperación.”
“No recuerdo verle
perder por nocaut, asegura Pacheco, era un zurdo muy difícil para conectarle,
de un estilo escurridizo y fuerte pegada. Pero no dudaba en sobrellevar a los
más jóvenes. Recuerdo que los torneos “Playa Girón” se efectuaban siempre en
enero y a los deportistas le daban el pase de fin de año para que lo pasaron
con su familia, Jorge decía: “No me puedo exceder, no puedo descuidar la
preparación”. Se levantaba en las madrugadas a correr y a hacer
ejercicios…resultados: durante su estancia en el equipo nacional de boxeo fue
medallista siempre.
“Un día le dije que tenia que recoger en un
álbum todos los recortes de periódico y las fotos, para hacer su historia. Hoy
sé que su trabajo no se puede encerrar en tan pocas cuartillas, Martí expresó
que solo hay en el mundo una forma de ser dichoso, ser bueno”, y yo puedo decir
amigo, hermano, doy gracias a la vida por haber compartido con un hombre de
bien...”
Aun con el dolor a
cuestas, su esposa, en completa cortesía, pocas horas después del sepelio dedicó
a sus amigos las más cercanas memorias de su
entrañable compañero de vida. Entre el manojo de medallas, los álbumes, la foto con la cesta que el
líder de la Revolución
cubana Fidel Castro enviara con cariño un fin de año, las reuniones con la
comitiva del AIBA. Inmortalizado ante el lente, el momento en que abrochaba el
guante a un discípulo, un encuentro familiar, una carrera que fue toda pasión y
vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario